Saturday, January 14, 2017

Un día en Bayamón

Hoy tuve uno de esos días en los que, a pesar de las circunstancias, todo jugó a mi favor.


Me sentí feliz. Cuando digo feliz me refiero a esa fuerza pura, omnipresente y omnipotente que surge desde lo más profundo del corazón cuando uno experimenta un momento de epifanía, de belleza, o de genuina y sublime nobleza.

Además, por primera vez en mucho tiempo, no me sentí sola... Y el Universo me habló hoy, en Bayamón. ¡...Yo sé!

Mi mañana comenzó a las 9:30am. Me levanté temprano porque tenía que hacer varias diligencias, entre ellas ir al DR., llevar mi carro a cambiarle el aceite y filtro y a verificar un ruidito raro que tenía, quería ir al banco y quería comprarme un traje de baño. Todo en el pueblo del chicharrón porque allí fue donde hice mi vida hasta los 25 años. Nada, que ese es mi barrio y es donde tengo casi todos mis contactos diligentísticos.

Prosigo.

En el DR. todo fluyó.

En el mecánico todo fluyó.

Entré al centro comercial. Estaba en Plaza de Sol. Tenía mucha hambre porque había desayunado poco, pero antes de ir al Food Court paré en Walmart a comprarme unas pastillas para la acidez porque tenía a mi pobre esófago medio abandonado y ardiendo sin sus acostumbradas medicinas.

Cuando estaba en la fila para pagar fue que todo comenzó.

Digo "todo" porque por primera vez en mi vida, o en mucho tiempo, me sentí orgullosa de ser puertorriqueña. Fue un sentimiento bien ajeno a mí pero me gustó.

En Puerto Rico es bien normal estar en una fila y que la persona que tienes al frente o detrás te comience a hablar de cualquier cosa o te cuente su vida entera de sopetón. Pero yo nunca he sido así, hasta hoy. Al frente mío había una señora con dos hijos, una niña de 3 años aproximadamente y un niño de 6 más o menos. Los dos eran bien monos y se estaban portando súper bien (contrario a la mayoría de los niños inquietos). La cosa es que yo nunca he sido un "kid person" tampoco; casi siempre ignoro los niños porque me siento awkward alrededor de ellos. Pero hoy no. Yo los miraba y me sonreía al verlos. Una señora mayor que estaba detrás de mí comentaba cosas sobre los niños y yo, contrario a lo que normalmento hago, ignorar a la gente, decidí virarme para mirarla y sonreirme con ella.


No comments:

Post a Comment