You only need to look at your shadow to understand that darkness is simply an aspect of the light. -Amadeus Wolfe
Prólogo:
La luz tiene que salir de adentro del alma, del cuerpo. Debe brotar de los ojos, de la dermis y la epidermis, de la propia piel del corazón. Debe salir tan fuerte que provoque ceguera y lucidez ante los demás.
Tormeta y Lucidez:
En agosto llegó una tormeta inesperada. Como todas las tormetas, provocó inestabilidad, desenfoque, miedo, inseguridad y oscuridad. Sin embargo, el día que la gota colmó el vaso y sentí que mi barco se hundía, fue el día en que toda la ansiedad escapó de mí. Esa noche, bajo el claro de la luna y una leve lluvia descubrí que yo era un ser de luz. Solo era cuestión de manterme constante y no olvidar que al final de cada camino, mis pies y mi corazón siempre termian pisando el terreno seguro, amable y sedoso que merezco.
La Danza:
En agosto también comencé a bailar. Otra vez. Pero esta vez de otra manera. He dejado el ballet para sumergirme en la danza contemporánea o la pureza del movimiento del cuerpo. Llevaba esperando este momento hace más de un año y lo he acariado con tanto ímpetu que casi se ha convertido en adicción. En el movimiento he encontrado un rescate, un abrazo anónimo, calor y sentimientos que voy redescubriendo y sanando. Bailar me ayuda a salir de mi caparazón de tortuga. Me convierto en sirena estrellada y azulada. Bailo en la oscuridad para que brote mejor la luz, mi luz. Me estoy conociendo. Soy otra. Y es un verdadero placer conecerme así, finalmente.