La época navideña es la suma de la puertorriqueñitud de todos los puertorriqueños. Me explico. Todo lo que define a buen un puertorriqueño tradicional o estereotípico por excelencia se desborda en esta nefasta época. Nefasta. Sí. Porque yo soy una de esas personas que odia la navidad.
Dígame antisocial, extraña, anormal o aburrida, pero no hay nada de la navidad que me guste y no voy a pedir disculpas por ello.
La algarabía, la bebida, el baile, la música alta, la salsa, el merengue, las maracas, el parrandón, el vocifereo de los borrachos, el incordio aquél o aquélla, el wepa, los aplausos... todo me enerva.
Si todo esto es lo que define a un buen puertorriqueño, yo, definitivamente, no lo soy.
Este es mi eterno retorno al tema de mi identidad. ¿El no identificarme con todas estas características me hace menos puertorriqueña? Nací en Puerto Rico y me crié aquí, ¿por qué no me identifico con nada de eso?
Será porque cuando era pequeña mis padres no escuchaban ni salsa ni merengue. Tampoco recuerdo ir a fiestas.
Sin embargo, sé que de parte de mi papá heredé una fuerte influencia de la música de la cultura americana. Eso fue lo que a mis oídos le gustó y ya no hubo vuelta a trás.
Pero creo que antes de escuchar a REO Speedwagon, Cars, Air Supply, Boston, Tears For Fears y Toto hubo un episodio que cambió mi vida para siempre.
Yo era pequeña, tenía como 5 años o menos. "Tú te parabas frente al televisor", me ha contado mi mamá, "y te encantaba ver a Tina Turner bailar en su video "Private Dancer".
La noche que dejé de ser gente tuvo que haber sido, definitivamente, aquella noche... Supongo que puedo decir con certitud que mi puertorriqueñitud desaspareció gracias a Tina.
Pero que conste que Tina hizo solo eso, me despuertorriqueñizó.
No le tengo rencor y, más aún, le doy las gracias.
Gracias Tina, porque soy la linda oveja negra que odia la navidad y no se identifica con la puertorriqueñidad en lo absoluto. Porque prefiero la serenidad ante la algarabía y el olor a lavanda ante el tufo de dos o tres borrachos incordios. Gracias Tina, porque, aunque solo admiré una sola canción tuya, descubrí un mundo de música que me llenó de felicidad y me hizo tener gustos distintos a todos desde pequeña.
Y ser distinta a todos, es lo que más celebro en un día como hoy.
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