It is such a secret place, the land of tears. -Antoine de Saint-Exupery
I.
Hola Tristeza.
Suspendida estás en mí.
Poco a poco subiendo de mis pies a mi nuca.
Te pido por favor no ahogues mi corazón.
Entra ya, pues, que eres justa y necesaria.
Háblale a mi corazón. Exprímelo un poco.
Dile que lo quieres. Dile que viniste a pasarle la mano.
Dile que no se ha equivocado. Dile que ese amor es real y que por eso duele.
...Ay Tristeza, si supieras que al final del día quien me arropa es la Esperanza.
Menos mal.
(Sábado, 19 de marzo de 2016).
II.
La tristeza llega como un golpe de agua.
Poco a poco, se va acumulando en mi pelo, en mi sien, en mi pecho, en mi nuca, en mi boca...
Y listo. Ahí está de repente mi corazón acongojado, inundado de preocupaciones y de penas antiguas y recientes.
Entonces, aprovecho para llorar por todo, por lo de ahora, lo de antes y por lo que vendrá.
Está bien, Tristeza. Comprendo que eres así conmigo.
Comprendo que de la misma forma que Cáncer y Capricornio se obedecen en distancias equidistantes y opuestas, así tú te mides con la Felicidad.
Sin una no existe la otra.
Es la ley de los opuestos-necesarios; el balance perfecto en la vida y el amor.
Y pues, esta noche me duermo así. Triste.
No importa, eso significa que ayer estuve feliz, que lo he estado antes y que lo más seguro lo estaré mañana.
Pero hoy, Tristeza, eres tú mi acompañante, mi maestra y mi consuelo.
Bienvenida seas, y gracias.
(Domingo, 27 de marzo de 2016)