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Saturday, May 28, 2016

28 de marzo de 2015

The concept is absurd. The idea that we can only be complete with another person is evil! Right? - Before Sunset.

Admito que sigo arraigada a aquella noche. No sé si la he idealizado o no.

Es posible. Pero qué importa.

Lo que importa, lo que sí es cierto, es que aquel día renació el amor.

Era un amor distinto. Era el de mis sueños...



Y, aún cuando nos separa un abismo de situaciones, algo queda intacto y no desaparece. ¿La esperanza, la ilusión?


La esperanza.

Sunday, September 20, 2015

La más extraña

Hace tiempo leí un libro de astrología que decía que el día en que yo nací era el día del "subconsciente desconectado". Nunca he comprendido bien el significado de esa frase; lo que sí siempre he sabido es que soy extraña (ver señales). Usted podrá pensar, a simple vista, que soy la persona más normal del mundo. Pues sí. Pero, permítame contarle.


El pasado viernes, la compañía en la cual trabajo, planificó un pasadía para sus empleados en la hermosa islita de Icacos. El objetivo de esta actividad era que los empleados socializaran.

Socializar = beber, comer, hablar, bailar, beber, beber, bailar, etc.


(Primera señal) Yo estaba súper entusiasmada, no por la parte de socializar, sino por tener una experienca relajante alrededor de la naturaleza. Había tenido una semana muy fuerte y mi mente necesitaba desconectarse de todo (y todos). No podía esperar a estar dentro del agua cristalina de la isla. Para el roadtrip, me aseguré de prepararme bien.

(Segunda señal) Preparme bien = llevar ipod (evitar lo más posible escuchar reggeatón y salsa y toda la música que pongan allí); llevar un sketchbook (por si me aburro, poder practicar los trazos del dibujo). *No me llevé ningún libro porque sabía que sería imposible leer.


Llegué tempranito. Me monté en la guagua y me quedé tranquila allí adentro mientras la gente socializaba afuera.

(Tercera señal) De repente entra una compañera de trabajo súper sonriente y me dice que estoy demasiado seria.

Yo sabía que esto pasaría, yo sabía que la gente iba a preguntarme lo mismo de siempre, que por qué estoy seria, que me veo seria, etc... Pero respiré hondo y seguí en mi mood.

Durante el viaje hacia Fajardo, y según había predecido, la música que se escuchaba era salsa, reggeatón, Jennifer López y otras cosas por el estilo que todos anadaban cantando. (Cuarta señal) Excepto yo. Yo llevaba mi ipod para tratar de estar en mi zona y tratar de relajarme.

Mientras viajábamos cerré los ojos. Imaginaba estar sola; a mi memoria llegaban recuerdos de cuando estuve viajando en tren hacia Italia. Iba sola y feliz con mi música, el movimiento y el paisaje. Para mi pesar, estábamos en un "Party Bus" donde todo era oscuro y no permitía la vista a la calle. Esto casi me da depresión. Para mí no tenía sentido hacer un viaje sin poder apreciar el exterior. Pero bueno. Por fin llegaríamos al paraíso.

Llegamos y nos montamos en el catamarán, el cual continuaría con el mismo tipo de música.

Pasé el día en el agua y dentro del catamarán. Hablé con varias personas pero creo que la mayoría del tiempo (quinta señal) la pasé sola.

Evidentemente vinieron varias personas a preguntarme que si me encontraba bien, me preguntaron que si me pasaba algo, y me preguntaban que por qué estaba seria.

Estaba molesta e incómoda por estos cuestionamientos. En esos momentos, ya cansada de ver a la gente borracha y bailar, saqué mi sketchbook y me puse a dibujar una pared. Quería dibujar cómo me sentía. Y mientras trazaba las líneas iba teniendo una experiencia epifánica...de esas otras tantas que había tenido antes, pero no tan clara como la que estaba teniendo en aquel momento:


Yo pensaba. El mundo se divide en dos tipos de personas, en personas como ellos y en personas como yo. Claro que me voy a sentir más extraña todavía si la mayoría de las personas que están aquí y con las cuales trabajo son personas como "ellos" y no como yo. Estoy en el lugar equivocado. Eso es todo. Ellos no me entienden ni me van a entender. Pero, mi reflexión iba más allá... Yo me preguntaba: ¿ellos no le preguntan a las personas de raza negra por qué son negras o por qué se comportan de cierta manera, verdad? ¿Entonces, por qué me cuestionan a mí cómo soy?

El punto de mi reflexión era, en efecto, una cuestión sobre prejuicio y discriminación... Yo no estaba bailando ni bebiendo como ellos; así que yo era la a-normal, la extraña.

(Espero no estar exagerando pero verdaderamente cada vez que alguien se me acercaba a preguntarme si yo estaba bien era como si yo estuviera haciendo algo malo. En general, lo que sucedece es que la gente espera que tú seas de una forma y si no eres así te juzgan. Por eso es que hay guerras entre los países, entre las familias, porque no se saben aceptar los unos a los otros. Porque unos quieren imponer una identidad, creencia y comportamiento en los otros...).

En un mundo ideal, quisiera no tener que explicar cómo soy y por qué actúo de una manera. Quisiera no tener que decir "pues a ti te gusta el reggeatón y bailar, pero a mí no. Yo prefiero leer y entre más silencio y paz haya a mi alrededor, mejor". Yo quisiera, honestamente, no tener que explicarme. Pero hoy, en el blog de Maria Popova, leí un artículo cuyo título es "Pride, Prejudice, and the Provisions of Privilege: Margo Jefferson on Race, Depression, and How We Define Ourselves" que comienza con la siguiente cita de James Baldwin: "You’ve got to tell the world how to treat you...If the world tells you how you are going to be treated, you are in trouble".

I don't want to be in trouble, pensé yo inmediatamente.

Así que, léame bien, por favor, la próxima vez que me vea seria en un evento de la compañía, la próxima vez que me vea sentada, tranquila y observando mi alrededor, sepa que no me pasa nada, que así soy yo, que estoy bien y feliz y que quien está mal, probablemnte, pueda ser usted.


Ciao.

Sunday, June 21, 2015

day.dream

Algún día despertaré y estaré en el Sur. Mientras tanto me conformo con viajar a diario a esos lugares bucólicos y mágicos donde mi corazón pertenece.

Sunday, May 17, 2015

Pasajeros de tren

El tren es una estadía ambulatoria que promete historias para recordar. El entrar y salir de los pasajeros trae consigo un nuevo olor, una nueva vestimenta, un nuevo semblante. Casi todos los viajeros van acompañados por el silencio. Eso era lo más que me gustaba de viajar en tren, además de que me hacía sentir tranquila: todos andaban preocupados por sí mismos; nadie te preguntaba ni cuestionaba nada...

(no como aquí en Puerto Rico o como los americanos, que todo lo quieren contar y todo lo quieren saber, todos con voz de micrófono en público. Para mí es una verguenza y una falta de respesto al espacio personal de gente como yo que, entre menos dice, mejor. No entiendo por qué se le antoja a la gente entrevistar a uno en una fila de un banco o en la sala de un doctor).

Bueno, dejando a un lado esta disgresión, continúo...

El que la gente respetara mi espacio en los trenes me permitía observar los alrededores verdes, planos y montañosos que rápidamente escapaban por las ventanas. Me permitía observar a la gente, ver qué libros leían, ver cómo ordenaban café o dulces, ver cómo regañaban a sus hijos, y cruzar miradas con estos sin decir nada.

Tomar un tren siempre me subía la adrenalina. Todo era cuestión de: saber el número de vuelo de tren, llegar a la estación y mirar las pantallas gigantescas que decían los números de las vías de dónde partirían los trenes. Esto era lo más interesante porque ese número de partida siempre aparecía de 10 a 15 minutos antes de que el tren se fuera. Cuando el número o letra de la vía por fin aparecía, todos los pasajeros caminábamos rápido o corríamos hacia nuestro destino. La segunda parte de la adrenalina era estar pendiente al número de vagón y número de asiento correspondiente. Por suerte, nunca tuve problemas. Una vez encontraba mi asiento, me fijaba en todo los movimientos de las personas.

En dos ocasiones, y quisiera recordar las paradas exactas, vi a enamorados despedirse. Allá el amor se expresa abiertamente y eso también me encantaba (no es como acá en Puerto Rico, donde hay tabú y la gente está reprimida o le gusta juzgar a los demás). Yo observaba cómo las parejas se amaban, abrazaban, hablaban y se besaban. En amabas ocasiones era la chica quien partía para un destino. Cuando ya era hora de abordar, ambas chicas (y enfatizo que fue en ocasiones y paradas distintas) se montaban en el tren sin sentarse inmediatamente porque se quedaban mirando por la ventana a sus amados quienes naturalmente les seguían hablando por señas, tirando besos y diciendo "chiamami". El tren comenzaba su camino y los enamorados también. Era, aunque suene ridículo, como en las películas. Para mí era algo nuevo y especial. Era especial poder apreciar a los chicos enamorados correr tras el tren diciendo adiós hasta que la velocidad les ganaba...


Quisiera que aquí hubieran trenes como esos y actitudes con aquéllas. La nostalgia me atrapa e imagino ser yo una de esas chicas.

Saturday, May 9, 2015

Florencia - Milán

No escribí muchas notas mientras estuve de viaje. A pesar de estar inspirada, solo redactaba memorias dentro de mi cabeza. La belleza externa era tanta que solo podía mirar y absorber todo a través de mis ojos. Todo quedaba ahí, en la memoria. No en las manos, no en un papel. De las pocas notas que tengo, comparto aquí una que escribí mientras viaja de regreso a París desde Florencia. Era un viaje muy largo; hacía parada en Milán antes de llegar a Francia. Héla...

2 de abril de 2015. 9:32am. Flor - Milán. He aprendido que la belleza es infinita. Hay que valorar los detalles simples de la vida: el movimiento, el sol, el viento, el olor de los árboles. He aprendido que hay cosas grandes e increíbles, que somos pequeños, y que ser átomos dentro de este universo nos hace grandes a su vez. Es un regalo poder estar en este mundo. Gracias.

Recuerdo el sol anarajando, el calor-frío, todo encima de mi piel, de mi ropa. El olor de los cipreses, el sabor de las olivas, del vino. Todos mis sentidos estuvieron despiertos y felices en esta tierra. Mi lugar favorito fue San Gimignano en la Toscana. La profundidad y exquisito verdor del valle me dejó sin aliento y con lágrimas en el corazón. Este recuerdo me da paz.


Ya sé cómo se siente estar en el tope del mundo y estar expuesta a una sublime inmensidad. Volveré.

Sunday, May 3, 2015

Happy /ˈhæpɪ/ Ja-pi



Una día como hoy, hace exactamente un mes, paseaba por las calles de París. Era el último día de mis vacaciones. Había llegado un 22 de marzo a la ciudad para emprender un viaje de vida y de búsqueda. Quería estar sola, respirar y caminar sola, perderme y encontrar caminos, quizás sorpresas. El objetivo era, como el de todo viajero, supongo, encontrarse a uno mismo, conocerse mejor, poner a prueba los límites propios, vencer miedos. Yo, incrédula, lograba todo eso poco a poco. Y, cada día, sentía cómo algo en mí crecía, una fuerza mágica que no podía retener, la sentía brotar por mis poros; esta energía máxima cuya fuerza emanaba a diario de mis ojos, de mi corazón, la llamo felicidad.

Creo que nunca había sentido tanta felicidad en mi vida durante días y días seguidos. Ahora mismo siento la nostalgia y en mis ojos se quieren avecinar lágrimas...

Así de clichoso sonará, pero el propósito de mi viaje era hacer mi sueño realidad: visitar el Sur de Francia e ir a Florencia, Italia. Antes de comenzar esta aventura, recuerdo que pensarlo me daba nervios pero me llenaba al mismo tiempo de una especie de levedad, y las sonrisas aparecían en mi boca.

La primera experiencia de felicidad extrema la sentí el segundo día de haber llegado. Fue el primer día en que me encaminé sola por la ciudad. Fue mi primer reto, el GRAN reto, realmente. Me alegré mucho poder vencer mi mayor miedo temprano en mi viaje. Lo demás sería más llevadero, menos difícil.

Mi destino era llegar al Louvre. El camino: ir por el Canal San Martín, visitar la patisserie Du Pain et Des Idées para probar su famoso postre Escargot de frutas y tomar el tren en la Gare de L'Est para llegar al Museo.

Fue allí, debajo de la pirámide de cristal del Louvre que sentí la felicidad más genuina y pura que haya sentido en mucho tiempo. Yo quería saltar y abrazar a alguien... Pero estaba sola y estar sola era parte de mi felicidad también.

Lo bonito y mágico de todo era que ese era solo el principio.

Ahora me encuentro de trás de mi computadora recordando aquél tiempo. Suena tan lejano, tan efímero. Me pregunto si debo revelar más y contar toda mi historia... Siento que es como un secreto muy sagrado que le pertecene solo a mi corazón y a mi memoria y debo retenerlo, ser egoísta.

Cuando regresé a la Isla la gente, naturalmente, me preguntaba que cómo la había pasado, que si me quería quedar allá... Ah, esas preguntas retóricas nunca fallan. "Pues sí, claro, por su puesto...me quería quedar, fui feliz, eternamente, experimenté lo más bello y sublime que haya experimentado en mucho tiempo y hablar sobre ello me da nostalgia y tristeza, me da angustia hablar de algo que tuve y ya no tengo en carne, solo en memoria..." Eso quería decirles y que no me preguntaran más...

Creo que estuve verdaderamente deprimida las primeras dos semanas después de haber llegado a PR, a mi trabajo, a mi rutina. El choque entre las culturas, entre mis sentimientos y paisajes me inundó de pena y preguntas... Era feliz allá y ¿por qué acá no me siento igual? ¿Solo se experimenta la felicidad cuando uno viaja, hace sueños realidad? ¿Si allá era feliz y acá no, cómo puedo ser feliz acá? ¿Por qué se experimenta la felicidad solo en momentos y no todo el tiempo? ¿Es la felicidad un golpe de golpes? En fin, ¿qué es la felicidad y por qué no la puedo tener todos los días? Algunas son preguntas retóricas y se pueden explicar por sí solas. Creo que es obvio que sentirse igual todo el tiempo sería aburrido. Es saludable y humano sentirse triste, enojado, furioso. Nos hace vivos.

Y yo estoy viva y llena de corrientes inexplicables, algunas vacías y otras inquietas porque me encuentro en una nueva búsqueda...

Es claro que hay piezas que faltan y quiero descubrirlas. ¿Otro viaje? ¿Otro trabajo? ¿Otra ruta? Ya veremos.