Hoy en la tarde estuve archivando papeles, de esos que uno acumula durante todo el año y luego no sabe qué hacer con ellos... No me podía permitir recibir el 2017 con ese reguero y mientras botaba y archivaba me percataba que el 90% de esos papeles eran recibos de todas las veces que visité el hospital este año. Sé que fue un año terrible para muchos, pero para mí el 2016 siempre será el año en que volví a nacer. La vida es frágil y corta y es algo que muchos toman por sentado hasta que nos sorprende la cercanía de la muerte. Por eso, hoy y siempre, brindaré por la salud y por la soledad, sí, por la soledad, porque nunca se está tan solo en la vida como cuando uno está en la incertidumbre de saber si vive o no, y porque en esa soledad conocí la resiliencia, mi mayor virtud hoy día.
Saturday, December 31, 2016
Monday, December 26, 2016
2016: muerte/vida
El 2016 será recordado como un nefasto año. Además de los atentados en Bélgica, Francia y Alemania, entre otros países, muchos perdieron a sus ídolos. Dijeron adiós David Bowie, Alan Rickman, Prince y ayer George Michael.
Yo, sin embargo, recordaré el 2016 como el año que me devolvió la Vida.
El 18 de mayo fui diagnosticada en remisión y por siempre recordaré esa fecha como el día de mi segundo nacimiento, quizá del verdadero, porque lo pude experimentar en todo mi ser, con la consciencia despierta...
Estoy segura de que, al igual que las muertes de este año, ocurrieron nacimientos iguales a los míos. Nacimientos de personas comunes que como yo lucharon por un renacer.
Ojalá nos enfocáramos en eso, en la Vida, y en los ídolos que viven a nuestro alrededor, o sea, nuestros padres, amigos y familiares, porque son ellos los que constituyen los verdaderos pilares y los que hacen de la cotidianidad un continuo renacer.
Ojalá.
Yo, sin embargo, recordaré el 2016 como el año que me devolvió la Vida.
El 18 de mayo fui diagnosticada en remisión y por siempre recordaré esa fecha como el día de mi segundo nacimiento, quizá del verdadero, porque lo pude experimentar en todo mi ser, con la consciencia despierta...
Estoy segura de que, al igual que las muertes de este año, ocurrieron nacimientos iguales a los míos. Nacimientos de personas comunes que como yo lucharon por un renacer.
Ojalá nos enfocáramos en eso, en la Vida, y en los ídolos que viven a nuestro alrededor, o sea, nuestros padres, amigos y familiares, porque son ellos los que constituyen los verdaderos pilares y los que hacen de la cotidianidad un continuo renacer.
Ojalá.
Sunday, December 11, 2016
Brownies & Muffins
Otra historia de amor se asomó a mi vida, pero, al igual que todas las demás, vino con una fecha de expiración temprana. Esta duró 336 horas.
Pero fueron perfectas y me las disfruté.
Cuando digo que "fueron perfectas y me las disfruté" quiero decir --realmente-- que me ilusioné y sufrí un chin el abrupto final.
El amor es misterioso y siento que ha estado tomándome el pelo, desde siempre.
Ok, exagero. Pero ya no le creo; ahora pienso que todo es un truco. Porque mira que fueron perfectas esas 336 horas...
Suelto suspiros por doquier en estos momentos. Parecería que fue hace tiempo que sucedió, pero esta historia es tan reciente como un pan acabadito de sacar del horno. Todavía siento ese calorcito en mi corazón, un poco atristado ya, y frustrado.
Por suerte soy una experta levantándome de las caídas de la vida, y más con los obstáculos que me ha puesto el amor. Cada caída ha sido una lección, cada lección un nuevo aprendizaje, cada aprendizaje una guía de "cómo no volverme a equivocar".
Pero esta vez no me he equivocado. Es lo raro de esta pequeña historia. Ha sido una lección totalmente distinta a todas las demás. La misma me hace pensar en un poema cuyo significado creo que nunca descifraré. El poema es de Ocativo Paz y se titula "Aparición":
Si el hombre es polvo
Esos que andan por el llano
Son hombres.
O también me hace pensar en lo que dijo Rainer Maria Rilke:
Be patient toward all that is unsolved in your heart and try to love the questions themselves, like locked rooms and like books that are now written in a very foreign tongue. Do not now seek the answers, which cannot be given you because you would not be able to live them. And the point is, to live everything. Live the questions now. Perhaps you will then gradually, without noticing it, live along some distant day into the answer.
Solo sé algo: Que tengo que hablar con mi corazón para decirle que sea más escéptico todavía, que al final del día es mejor tenerlo todo a tener algo a medias, y que perder es un arte, como dice Elizabeth Bishop:
The art of losing isn’t hard to master;
so many things seem filled with the intent
to be lost that their loss is no disaster.
Lose something every day. Accept the fluster
of lost door keys, the hour badly spent.
The art of losing isn’t hard to master.
Then practice losing farther, losing faster:
places, and names, and where it was you meant
to travel. None of these will bring disaster.
I lost my mother’s watch. And look! my last, or
next-to-last, of three loved houses went.
The art of losing isn’t hard to master.
I lost two cities, lovely ones. And, vaster,
some realms I owned, two rivers, a continent.
I miss them, but it wasn’t a disaster.
—Even losing you (the joking voice, a gesture
I love) I shan’t have lied. It’s evident
the art of losing’s not too hard to master
though it may look like (Write it!) like disaster.
Pero doy las gracias por esos brownies y muffins que llegaron a mi vida, al paladar de mi corazón. Porque nada llega tarde o temprano, sino justo a tiempo. Solo hay que mantener los ojos del alma abiertos para comprender que hay una razón trascendental de aprendizaje en cada llegada (y en cada partida).
Por eso héme aquí saboreando aún la estancia y esos lindos recuerdos.
------------
Imágenes de: Lisa Congdon, Katherine Streeter y Gilbert Garcin
Pero fueron perfectas y me las disfruté.
Cuando digo que "fueron perfectas y me las disfruté" quiero decir --realmente-- que me ilusioné y sufrí un chin el abrupto final.
El amor es misterioso y siento que ha estado tomándome el pelo, desde siempre.
Ok, exagero. Pero ya no le creo; ahora pienso que todo es un truco. Porque mira que fueron perfectas esas 336 horas...
Suelto suspiros por doquier en estos momentos. Parecería que fue hace tiempo que sucedió, pero esta historia es tan reciente como un pan acabadito de sacar del horno. Todavía siento ese calorcito en mi corazón, un poco atristado ya, y frustrado.
Por suerte soy una experta levantándome de las caídas de la vida, y más con los obstáculos que me ha puesto el amor. Cada caída ha sido una lección, cada lección un nuevo aprendizaje, cada aprendizaje una guía de "cómo no volverme a equivocar".
Pero esta vez no me he equivocado. Es lo raro de esta pequeña historia. Ha sido una lección totalmente distinta a todas las demás. La misma me hace pensar en un poema cuyo significado creo que nunca descifraré. El poema es de Ocativo Paz y se titula "Aparición":
Si el hombre es polvo
Esos que andan por el llano
Son hombres.
O también me hace pensar en lo que dijo Rainer Maria Rilke:
Be patient toward all that is unsolved in your heart and try to love the questions themselves, like locked rooms and like books that are now written in a very foreign tongue. Do not now seek the answers, which cannot be given you because you would not be able to live them. And the point is, to live everything. Live the questions now. Perhaps you will then gradually, without noticing it, live along some distant day into the answer.
Solo sé algo: Que tengo que hablar con mi corazón para decirle que sea más escéptico todavía, que al final del día es mejor tenerlo todo a tener algo a medias, y que perder es un arte, como dice Elizabeth Bishop:
The art of losing isn’t hard to master;
so many things seem filled with the intent
to be lost that their loss is no disaster.
Lose something every day. Accept the fluster
of lost door keys, the hour badly spent.
The art of losing isn’t hard to master.
Then practice losing farther, losing faster:
places, and names, and where it was you meant
to travel. None of these will bring disaster.
I lost my mother’s watch. And look! my last, or
next-to-last, of three loved houses went.
The art of losing isn’t hard to master.
I lost two cities, lovely ones. And, vaster,
some realms I owned, two rivers, a continent.
I miss them, but it wasn’t a disaster.
—Even losing you (the joking voice, a gesture
I love) I shan’t have lied. It’s evident
the art of losing’s not too hard to master
though it may look like (Write it!) like disaster.
Pero doy las gracias por esos brownies y muffins que llegaron a mi vida, al paladar de mi corazón. Porque nada llega tarde o temprano, sino justo a tiempo. Solo hay que mantener los ojos del alma abiertos para comprender que hay una razón trascendental de aprendizaje en cada llegada (y en cada partida).
Por eso héme aquí saboreando aún la estancia y esos lindos recuerdos.
------------
Imágenes de: Lisa Congdon, Katherine Streeter y Gilbert Garcin
Saturday, November 5, 2016
Mesa para 1: experiencias sobre la soledad
Hace un tiempito chateaba con un chico que me dijo: “que bueno q disfrutas tu soledad, eso es raro these days”. [sic]
Tiene razón, es raro.
La soledad es ese estado ominoso que casi todo el mundo teme. La gente está tan acostumbrada a la socialización y a estar en comunidad que ver a alguien janguiando, comiendo, o haciendo diligencias solo es sinónimo de pena, tristeza o rareza. Y más si eres mujer.
Para mí la soledad siempre ha sido trascendental en mi vida, en especial para mis procesos creativos y de meditación. Pero, luego de mi diagnóstico, tratamiento y sanación del cáncer el año pasado, la soledad cobró otro sentido. Contrario a lo que mucha gente podría pensar, durante esos meses fue cuando más sola quise estar; necesitaba mi espacio para descubrirme y sanar.
En gran sentido, la soledad fue mi aliada, mi compañera, mi paño de lágrimas y mi felicidad. Descubrí que al final del día y de la vida, quien debía estar ahí para mí, era yo misma. Simplemente no quería y no podía depender de nadie. Fui un poco egoísta y entré en una fase de ensimismamiento sublime que me ayudó a ser más fuerte, independiente, poderosa, valiente, en fin, a crecer como ser humano. En cierto sentido, la vida me reveló su secreto, su pura verdad, su sutileza y esencia. Yo agarré ese secreto en mis manos y es el tesoro más grande que guardo en mi corazón.
En mi nueva fase de vida, continúo haciendo mis cosas sola, desde hacer diligencias normales hasta janguiar en brunchs, cenas, shoppings, expos y conciertos conmigo misma. Y, como dice el chico, ha sido raro. No para mí, sino para los demás.
Hace poco fui al Festival Internacional Todo Acústico celebrado en el Parque Luis Muñoz Marín. Estaba en mi carro, abrí la ventana para que una muchacha me cobrara la entrada y me preguntó que “¿cuántos son?”. Bien normal le contesté “una”. Pero, o sea, en mi carro andaba yo sola y era evidente.
Otro día fui a desayunar a un restaurante y me preguntaron “¿mesa para cuántos?”. “Para mí”, contesté. Y me senté en la barra. Estaba sola también aunque esta pregunta es más aceptable que la anterior porque podía darse el caso de que alguien llegara a encontrarse conmigo.
Por otro lado, en varias ocasiones mientras he almorzado sola, algunos compañeros me han dicho “ay, qué haces tú solita ahí”.
Este tipo de comentarios y preguntas me han hecho estar más self conscious sobre mi soledad. Por eso tomo por cumplido lo que me dijo el chico porque, en efecto, estar solo o sola es algo que mucha gente no sabe hacer y mucho menos apreciar.
No obstante, debo decir que la soledad es un arma de doble filo. En el poema “Enamorarse y no”, Mario Benedetti dice:
por el contrario desenamorarse
es ver el cuerpo como es y no
como la otra mirada lo inventaba
es regresar más pobre al viejo enigma
y dar con la tristeza en el espejo.
A veces siento la soledad así, como el desenamoramiento que describe Benedetti en su poema.
Estoy en un nuevo proceso de reconocerme, de averiguar qué hago con el don que me entregó la vida; un don que me aleja y me des-identifica de los demás.
Soy como una estrella fugaz perdida dentro de un océano; o como pez que nada de galaxia en galaxia y se difumina en los agujeros negros.
Lo importante creo que es eso, que soy. Soy. Existo. Y como de costumbre, aunque sola, celebro mi diferencia, mi unicidad estrellada.
*Dedicado a JI.
*Ilustración: Maurice Sendak
Tiene razón, es raro.
La soledad es ese estado ominoso que casi todo el mundo teme. La gente está tan acostumbrada a la socialización y a estar en comunidad que ver a alguien janguiando, comiendo, o haciendo diligencias solo es sinónimo de pena, tristeza o rareza. Y más si eres mujer.
Para mí la soledad siempre ha sido trascendental en mi vida, en especial para mis procesos creativos y de meditación. Pero, luego de mi diagnóstico, tratamiento y sanación del cáncer el año pasado, la soledad cobró otro sentido. Contrario a lo que mucha gente podría pensar, durante esos meses fue cuando más sola quise estar; necesitaba mi espacio para descubrirme y sanar.
En gran sentido, la soledad fue mi aliada, mi compañera, mi paño de lágrimas y mi felicidad. Descubrí que al final del día y de la vida, quien debía estar ahí para mí, era yo misma. Simplemente no quería y no podía depender de nadie. Fui un poco egoísta y entré en una fase de ensimismamiento sublime que me ayudó a ser más fuerte, independiente, poderosa, valiente, en fin, a crecer como ser humano. En cierto sentido, la vida me reveló su secreto, su pura verdad, su sutileza y esencia. Yo agarré ese secreto en mis manos y es el tesoro más grande que guardo en mi corazón.
En mi nueva fase de vida, continúo haciendo mis cosas sola, desde hacer diligencias normales hasta janguiar en brunchs, cenas, shoppings, expos y conciertos conmigo misma. Y, como dice el chico, ha sido raro. No para mí, sino para los demás.
Hace poco fui al Festival Internacional Todo Acústico celebrado en el Parque Luis Muñoz Marín. Estaba en mi carro, abrí la ventana para que una muchacha me cobrara la entrada y me preguntó que “¿cuántos son?”. Bien normal le contesté “una”. Pero, o sea, en mi carro andaba yo sola y era evidente.
Otro día fui a desayunar a un restaurante y me preguntaron “¿mesa para cuántos?”. “Para mí”, contesté. Y me senté en la barra. Estaba sola también aunque esta pregunta es más aceptable que la anterior porque podía darse el caso de que alguien llegara a encontrarse conmigo.
Por otro lado, en varias ocasiones mientras he almorzado sola, algunos compañeros me han dicho “ay, qué haces tú solita ahí”.
Este tipo de comentarios y preguntas me han hecho estar más self conscious sobre mi soledad. Por eso tomo por cumplido lo que me dijo el chico porque, en efecto, estar solo o sola es algo que mucha gente no sabe hacer y mucho menos apreciar.
No obstante, debo decir que la soledad es un arma de doble filo. En el poema “Enamorarse y no”, Mario Benedetti dice:
por el contrario desenamorarse
es ver el cuerpo como es y no
como la otra mirada lo inventaba
es regresar más pobre al viejo enigma
y dar con la tristeza en el espejo.
A veces siento la soledad así, como el desenamoramiento que describe Benedetti en su poema.
Estoy en un nuevo proceso de reconocerme, de averiguar qué hago con el don que me entregó la vida; un don que me aleja y me des-identifica de los demás.
Soy como una estrella fugaz perdida dentro de un océano; o como pez que nada de galaxia en galaxia y se difumina en los agujeros negros.
Lo importante creo que es eso, que soy. Soy. Existo. Y como de costumbre, aunque sola, celebro mi diferencia, mi unicidad estrellada.
*Dedicado a JI.
*Ilustración: Maurice Sendak
Wednesday, August 17, 2016
David
El pasado miércoles 3 de agosto conocí a David.
No conozco su apellido, pero sé que me resultó más enigmático e impresionante que la famosa escultura de Miguel Ángel.
La historia comenzó aproximadamente a las 3pm. Estaba en mi trabajo, abrumada y con ganas de escapar a algún sitio. Sentía una casi-grave-urgencia de comerme algo dulce y de hablar largas horas con alguien. Empecé a pensar en un plan para por la noche y por cosas del destino decidí visitar Libros AC. Necesitaba despejarme y estar rodeada de cosas que amo, como los libros y el café, así que me pareció ideal visitar la librería, un espacio en el que sin duda alguna mi estado de ánimo mejoraría.
Hacía tiempo no iba y aunque pensaba ir sola, terminé yendo con una compañera de trabajo y su hija de 11 años. Desde que nos montamos en el carro, sabía que nos encaminábamos a una pequeña aventura.
Llegamos a las 8pm. Había gente. Había música. Todo apuntaba a que la pasaríamos bien.
Luego de ordernar un café, una mallorca y un baklava, nos sentamos en una mesa al lado de la salida de la librería con vista hacia la calle. Yo estaba más que emocionada. Confieso que, a parte de querer comerme algo dulce, tenía ganas de ver a chicos guapos. Así mismo lo había declarado una hora antes a mi amiga. No sé por qué, ni de dónde vino ese antojo, pero surgió así, de la nada.
Y para mi sorpresa, todo lo que había deseado desde las 3pm, se estaba cumpliendo.
...Pero jamás imaginé...
Mientras esperábamos sentadas, miro hacia la calle. En cámara lenta se acercaba un muchacho de tez blanca, pelo negro, con barba, estatura media-alta, hermoso.
Nuestras miradas se agarraron por varios segundos, se soltaron y se volvieron a juntar cuando entró a librería. Se sentó en la mesa al lado de nosotras, en la silla opuesta a la mía.
"¡Perfecto!", pensé yo mientras sonreía y le decía a mi amiga y a su hija que ese hombre era bello.
Nosotras continuamos la conversación. Nos trajeron la comida. Y en el interín nuestras pupilas seguían sonriéndose la una a la otra, de mesa a mesa.
Luego vino el primer encuentro cercano. Yo estaba viendo libros con la hija de mi amiga. El muchacho también estaba haciendo lo mismo. Decido pararme un poco de trás de él. De repente, se vira y quedamos de frente.
"Hola", me dijo con una sonrisa.
"Hola", le contesté tímida y coquetamente.
Tras el inesperado saludo, el chico se alejó de los libros y regresó a su mesa. "Ya se va", me decía yo.
Me apresuré a pagar un libro y una revista. Mientras la cajera me cobraba decido hacer una movida un poco atrevida para mí y le pregunto: "Oye chica, ese muchacho, ¿él viene mucho aquí?".
"Sí, a cada rato, él hace yoga allá al frente". Me sonrió y por suerte, no me pidió explicaciones.
Casi al mismo tiempo capturé al muchacho buscándome entre los libros; ya que se iba, presumo quería echarme una última mirada. Eso me sorprendió y en ese justo momento supe que todo era real, que yo no era la única sintiendo hormigas en mis manos y mariposas en mi estómago.
La hija de mi amiga estaba viviéndose la película conmigo y me dijo "ahh, tienes que coger yoga allá al frente ahora" y yo le eché el brazo por sus hombros y le dije: "creo que estoy enamorada" y soltamos una carcajada.
Por suerte, el muchacho aún no se había ido. Estaba en el lado de la barra. Yo decido rápidamente quedarme parada al lado de nuestra mesa, convenientemente colocada al lado de la salida. Las estrellas estaban, definitivamente, a mi favor. Yo deseaba verle una vez más, juntar nuestras miradas, así que decidí ponerme mi sweater len-ta-men-te para darle oportunidad a que regresara de la barra y me viera al salir.
En efecto.
Regresaba hacia la salida, hacia mí y nos agarramos por los ojos. "Adiós" me dijo con una sonrisa. Me puse nerviosa y le contesté "Hola". Se fue. Y me senté en la mesa con una sonrisa de oreja a oreja.
Fin de la historia.
(O al menos juré yo).
De repente, aproximadamente 5 segundos después, mi cabeza se giraba con el sonido de una voz. Era él. Había regresado y estaba en nuestra mesa.
(o-m-g!)
"Permiso, tu cara me es bien familiar, ¿te conozco?", dijo.
No puedo creer que vino, no puedo creer que vino, no puedo creer que vino... Esto pensaba antes de contestar "No creo, pero sí, tu cara me es bien familiar". Para mi sorpresa, y ante su cercanía, sentí que de verdad lo conocía de antes. Pero sabía que no.
"Yo soy David, un placer". Y estiró su brazo. Le di mi mano y me presenté con una sonrisa.
"¿Tú vienes mucho aquí?", le pregunté.
"Sí, a cada rato. Yo hago yoga allá al frente", me contestó. Me confirmaba la información que me había dado la cajera.
Entonces, el chico procede a presentarse con mi amiga y su hija. Me llamó la atención que a ellas le dijo su nombre en inglés: Deivid.
Nos miramos. Le dije que hace tiempo yo no venía a la librería, que iba más a menudo antes, que tal vez me había visto hace tiempo.
Hubo un breve silencio y me dijo "pues dame tu apellido para buscarte por Facebook". Todo pasó bien rápido. Tan rápido. Le dije que yo no usaba mi nombre real en Facebook y procedí a escribirlo.
Como si estuviéramos en la época de los 90's, agarré una servilleta y apunté mi seudónimo... y mi número de teléfono... ¿por qué no? Aunque no me lo había pedido, pensé que se lo merecía al haber tenido el valor de venir a nuestra mesa para hablarme. Le di la servilleta y se la quité otra vez para anotarle mi nombre de verdad. Entonces, con una sonrisa, nos despedimos. Y se fue.
Se fue. Y nosotras nos quedamos pasmadas, sonrientes, incrédulas, contentas y, sobre todo yo, impresionada ante la situación.
Esa noche no supe de él. Ni al otro día, ni al siguiente.
Me desilusioné un poco ya que, por la naturaleza de la historia, verdaderamente esperaba que me contactaría en los próximos dos o tres días.
Y nada.
Así que decidí hacer mi movida. El siguiente miércoles, una semana exacta después, visité la librería nuevamente. Esta vez decidí ir sola. No sabía qué esperar, pero no tenía nada que perder. Si lo veía, iba a dejar que las cosas fluyeran. Si se le había perdido la servilleta, suponía que vendría hacia donde mí a contarme, explicarme, decirme...
Pero con los mismos buenos deseos que entré a Libros AC, salí.
David nunca vino.
Tan pronto salí de la librería cerré capítulo. El capítulo. El veintiúnico.
Y así, he dejado las cosas al destino. ¿Quién sabe lo que nos guarda?
Solo sé que fue una linda historia, tan linda...que héla aquí...
No conozco su apellido, pero sé que me resultó más enigmático e impresionante que la famosa escultura de Miguel Ángel.
La historia comenzó aproximadamente a las 3pm. Estaba en mi trabajo, abrumada y con ganas de escapar a algún sitio. Sentía una casi-grave-urgencia de comerme algo dulce y de hablar largas horas con alguien. Empecé a pensar en un plan para por la noche y por cosas del destino decidí visitar Libros AC. Necesitaba despejarme y estar rodeada de cosas que amo, como los libros y el café, así que me pareció ideal visitar la librería, un espacio en el que sin duda alguna mi estado de ánimo mejoraría.
Hacía tiempo no iba y aunque pensaba ir sola, terminé yendo con una compañera de trabajo y su hija de 11 años. Desde que nos montamos en el carro, sabía que nos encaminábamos a una pequeña aventura.
Llegamos a las 8pm. Había gente. Había música. Todo apuntaba a que la pasaríamos bien.
Luego de ordernar un café, una mallorca y un baklava, nos sentamos en una mesa al lado de la salida de la librería con vista hacia la calle. Yo estaba más que emocionada. Confieso que, a parte de querer comerme algo dulce, tenía ganas de ver a chicos guapos. Así mismo lo había declarado una hora antes a mi amiga. No sé por qué, ni de dónde vino ese antojo, pero surgió así, de la nada.
Y para mi sorpresa, todo lo que había deseado desde las 3pm, se estaba cumpliendo.
...Pero jamás imaginé...
Mientras esperábamos sentadas, miro hacia la calle. En cámara lenta se acercaba un muchacho de tez blanca, pelo negro, con barba, estatura media-alta, hermoso.
Nuestras miradas se agarraron por varios segundos, se soltaron y se volvieron a juntar cuando entró a librería. Se sentó en la mesa al lado de nosotras, en la silla opuesta a la mía.
"¡Perfecto!", pensé yo mientras sonreía y le decía a mi amiga y a su hija que ese hombre era bello.
Nosotras continuamos la conversación. Nos trajeron la comida. Y en el interín nuestras pupilas seguían sonriéndose la una a la otra, de mesa a mesa.
Luego vino el primer encuentro cercano. Yo estaba viendo libros con la hija de mi amiga. El muchacho también estaba haciendo lo mismo. Decido pararme un poco de trás de él. De repente, se vira y quedamos de frente.
"Hola", me dijo con una sonrisa.
"Hola", le contesté tímida y coquetamente.
Tras el inesperado saludo, el chico se alejó de los libros y regresó a su mesa. "Ya se va", me decía yo.
Me apresuré a pagar un libro y una revista. Mientras la cajera me cobraba decido hacer una movida un poco atrevida para mí y le pregunto: "Oye chica, ese muchacho, ¿él viene mucho aquí?".
"Sí, a cada rato, él hace yoga allá al frente". Me sonrió y por suerte, no me pidió explicaciones.
Casi al mismo tiempo capturé al muchacho buscándome entre los libros; ya que se iba, presumo quería echarme una última mirada. Eso me sorprendió y en ese justo momento supe que todo era real, que yo no era la única sintiendo hormigas en mis manos y mariposas en mi estómago.
La hija de mi amiga estaba viviéndose la película conmigo y me dijo "ahh, tienes que coger yoga allá al frente ahora" y yo le eché el brazo por sus hombros y le dije: "creo que estoy enamorada" y soltamos una carcajada.
Por suerte, el muchacho aún no se había ido. Estaba en el lado de la barra. Yo decido rápidamente quedarme parada al lado de nuestra mesa, convenientemente colocada al lado de la salida. Las estrellas estaban, definitivamente, a mi favor. Yo deseaba verle una vez más, juntar nuestras miradas, así que decidí ponerme mi sweater len-ta-men-te para darle oportunidad a que regresara de la barra y me viera al salir.
En efecto.
Regresaba hacia la salida, hacia mí y nos agarramos por los ojos. "Adiós" me dijo con una sonrisa. Me puse nerviosa y le contesté "Hola". Se fue. Y me senté en la mesa con una sonrisa de oreja a oreja.
Fin de la historia.
(O al menos juré yo).
De repente, aproximadamente 5 segundos después, mi cabeza se giraba con el sonido de una voz. Era él. Había regresado y estaba en nuestra mesa.
(o-m-g!)
"Permiso, tu cara me es bien familiar, ¿te conozco?", dijo.
No puedo creer que vino, no puedo creer que vino, no puedo creer que vino... Esto pensaba antes de contestar "No creo, pero sí, tu cara me es bien familiar". Para mi sorpresa, y ante su cercanía, sentí que de verdad lo conocía de antes. Pero sabía que no.
"Yo soy David, un placer". Y estiró su brazo. Le di mi mano y me presenté con una sonrisa.
"¿Tú vienes mucho aquí?", le pregunté.
"Sí, a cada rato. Yo hago yoga allá al frente", me contestó. Me confirmaba la información que me había dado la cajera.
Entonces, el chico procede a presentarse con mi amiga y su hija. Me llamó la atención que a ellas le dijo su nombre en inglés: Deivid.
Nos miramos. Le dije que hace tiempo yo no venía a la librería, que iba más a menudo antes, que tal vez me había visto hace tiempo.
Hubo un breve silencio y me dijo "pues dame tu apellido para buscarte por Facebook". Todo pasó bien rápido. Tan rápido. Le dije que yo no usaba mi nombre real en Facebook y procedí a escribirlo.
Como si estuviéramos en la época de los 90's, agarré una servilleta y apunté mi seudónimo... y mi número de teléfono... ¿por qué no? Aunque no me lo había pedido, pensé que se lo merecía al haber tenido el valor de venir a nuestra mesa para hablarme. Le di la servilleta y se la quité otra vez para anotarle mi nombre de verdad. Entonces, con una sonrisa, nos despedimos. Y se fue.
Se fue. Y nosotras nos quedamos pasmadas, sonrientes, incrédulas, contentas y, sobre todo yo, impresionada ante la situación.
Esa noche no supe de él. Ni al otro día, ni al siguiente.
Me desilusioné un poco ya que, por la naturaleza de la historia, verdaderamente esperaba que me contactaría en los próximos dos o tres días.
Y nada.
Así que decidí hacer mi movida. El siguiente miércoles, una semana exacta después, visité la librería nuevamente. Esta vez decidí ir sola. No sabía qué esperar, pero no tenía nada que perder. Si lo veía, iba a dejar que las cosas fluyeran. Si se le había perdido la servilleta, suponía que vendría hacia donde mí a contarme, explicarme, decirme...
Pero con los mismos buenos deseos que entré a Libros AC, salí.
David nunca vino.
Tan pronto salí de la librería cerré capítulo. El capítulo. El veintiúnico.
Y así, he dejado las cosas al destino. ¿Quién sabe lo que nos guarda?
Solo sé que fue una linda historia, tan linda...que héla aquí...
Sunday, August 14, 2016
"Soy un alien"
Ayer fue un día bien emocionante para Puerto Rico.
Excepto para mí.
Un solo nombre y apellido acaparó las redes sociales. Todo el mundo, pero absolutamente todo el mundo, hablaba de Mónica Puig.
Excepto yo.
"Soy un alien", pensaba mientras estaba en la fila de súpermercado durante la noche luego del partido.
Si hay algo que une a este país es el deporte. Desde siempre, la gente forma algarabías y celebra en grande las victorias de los deportistas puertorriqueños.
Eso está bien, pienso. Pero toda la felicidad colectiva que se sentía ayer de parte del pueblo puertorriqueño, yo no la sentía.
Esto me hizo reflexionar nuevamente sobre mi Otredad; en este país me siento cada vez más extraña. Estaba un poco molesta y no podía evitar pensaba: "Ojalá la gente celebrara las simples cosas de la vida con la misma contentura y frensí con que celebran las victorias del deporte".
Pero supongo que cada cual celebra lo que le hace feliz. Y ciertamente soy consciente de que ayer fue un día bien importante para Puerto Rico. La gente necesitaba ese gustito en sus corazones.
Yo no.
Yo necesito otras cosas que me llenen... Como los libros, las flores, los viajes, el café, la literatura, el francés y la poesía. Y eso también está bien. La felicidad es así de extraña.
Lo importante es que, bueno sí, seré un alien, pero un alien feliz.
Y, más importante aún: ojalá la gente supiera apreciar las pequeñas-grandes victorias diarias, como levantarse cada mañana, respirar, beber café, ir al trabajo, ver la naturaleza, entre otras cositas.
Fíjese, de verdad. Y sea igual de feliz por usted que como lo fue por Mónica.
Excepto para mí.
Un solo nombre y apellido acaparó las redes sociales. Todo el mundo, pero absolutamente todo el mundo, hablaba de Mónica Puig.
Excepto yo.
"Soy un alien", pensaba mientras estaba en la fila de súpermercado durante la noche luego del partido.
Si hay algo que une a este país es el deporte. Desde siempre, la gente forma algarabías y celebra en grande las victorias de los deportistas puertorriqueños.
Eso está bien, pienso. Pero toda la felicidad colectiva que se sentía ayer de parte del pueblo puertorriqueño, yo no la sentía.
Esto me hizo reflexionar nuevamente sobre mi Otredad; en este país me siento cada vez más extraña. Estaba un poco molesta y no podía evitar pensaba: "Ojalá la gente celebrara las simples cosas de la vida con la misma contentura y frensí con que celebran las victorias del deporte".
Pero supongo que cada cual celebra lo que le hace feliz. Y ciertamente soy consciente de que ayer fue un día bien importante para Puerto Rico. La gente necesitaba ese gustito en sus corazones.
Yo no.
Yo necesito otras cosas que me llenen... Como los libros, las flores, los viajes, el café, la literatura, el francés y la poesía. Y eso también está bien. La felicidad es así de extraña.
Lo importante es que, bueno sí, seré un alien, pero un alien feliz.
Y, más importante aún: ojalá la gente supiera apreciar las pequeñas-grandes victorias diarias, como levantarse cada mañana, respirar, beber café, ir al trabajo, ver la naturaleza, entre otras cositas.
Fíjese, de verdad. Y sea igual de feliz por usted que como lo fue por Mónica.
Monday, July 25, 2016
Rebirth: A very dutch and very happy weekend
Happiness is a gift and the trick is not to expect it but to delight in it when it comes. And to add to other people’s store of it.
Charles Dickens (February 7, 1812–June 9, 1870) in Nicholas Nickleby
Happy/Miserable
Your life begins when you decide it begins. You should not wait for anyone or anything to be happy. Happiness shouldn't be postponed or put into hold while you do other things. Those are just excuses. Decide to be happy now, and be happy. It's simple.
I learned all of this a little late, but I had a lot of time to meditate about it while I was recuperating from a cancer diagnosis and treatment.
Thankfully, life gave me another chance.
But I don't want to talk about my shitty months and all the pain I suffered physically and emotionally.
I want to talk about my rebirth, and about happiness.
What is happiness?
I actually started this blog last year as an experiment to explore what happiness was and why was I happy while traveling in France and why was I sad (feeling miserably is more likely) here in Puerto Rico. The truth is I didn't like my life, the relationship I was in, or my job... I was attached to this amount of stress and bullshit and fast eating life that simply was not me. Inside my heart and mind, I was falling apart; I felt frustrated and hopeless.
I needed to change but before I gave the step towards it, life gave it for me first. I was diagnosed and life told me to stop and be quiet. And so I did for a couple of months.
Last May, I was finally diagnosed in remission but it wasn't until last weekend that I felt truly cured and healthy.
The Rebirth
So, last weekend I did something totally out of my comfort zone and went by myself on a 2hr road trip to Rincón to meet my dearest friend Estefanía. She was staying there over the weekend with her boyfriend and his friend (two handsome, cool and fun guys from The Neatherlands).
The moment I decided to do the road trip was the exact same moment I decided to be happy and to feel free... And for the first time in months, probably years, I felt alive.
I was taking action and embracing a conversation I had had with the guys the weekend before. We were talking about life and about doing things out of our comfort zones. Each one of us mentioned what made us feel unease and I said public speaking. Yeah, but apart from that, there were other silly little things that made me feel uncomfortable and hesitant such as going by myself on a road trip and/or getting lost on the road, which, when I thought about it, was a stupid "fear" 'cause just last year I traveled to Florence, Italy all alone!
So, I set aside my stupid worries and took the keys and went with it.
Main goals: to meet my friends and to go the beach.
Because of the treatment and medication I was getting during the pasts months, I couldn't sunbathe. And so, the-most-awaited-day-of-my-life finally happened in Rincón: After almost a year, I had the blissful chance to feel the ocean caressing my whole body again. The water was warm and welcoming, the sun was shy but exquisite; I hadn't felt so happy and so lucky in such a long time... In fact, the last time I felt this extremely pure feeling of happiness was when I went to the Louvre by myself last year... My heart was pounding so fast and I felt like a shooting star, like I could do anything in life, like I was watching life from a baby's eyes...
...And thus, this was the true rebirth moment: me being baptized by the ocean and the beautiful sunset which filled me with pure joy.
Mooi Weekend
The two days I spent with Estefanía and the guys were full of smiles, food, dancing, mosquitoes, rain, thunderstorms, a famous basket ball player, home cooking, coffee, sea salt, clouds, book exchanges, a super american dinner, a beautiful sunset, lots of conversations, advises, and life reflections.
The things I will treasure the most about this weekend are:
-The utterly, inexplicable feeling of aliveness I felt in my heart.
-Laughter. I hadn't laughed so much and so loud in so much time.
-And Love.
Estefanía and her boyfriend (lovely Didi) (and as clishé as it sounds) made me believe in love again. The pure one. I am so happy they found each other and I thank them for filling my life with hope.
I will also treasure the conversations I had with Didi's friend (lovely Valli). He never stopped surprising me during the road trip. And alas, I had the pleasure of exchanging books with him. Small-gestures-that-always-melt-my-heart.
Happiness is
What I learned about happiness: it is magical and fleeting. It is a state of mind. Happy is a decision; it’s about enjoying the simple things of life, really. Don’t waste time doing things you don’t like or hang with people you don’t really like or connect with. Most importantly, One must believe in happiness in order to feel it, experiment it, delight in it. One must believe that each one of us deserves happiness and love. So, grab it, hug it, and let it fill you completely... It doesn't matter if you are alone or among friends, you deserve to be happy. It'simple. Take-a-step-towards-it-now (don't let life take it for you). Life is short, remember. So, take the keys, take the flight, and go with it!
the end or a new beginning
The weekend, naturally, had to come to and end, but the memories of it will forever stay within me.
May this be an exciting new beginning and may our stories continue...
*
Dedicated to: Stephi, Didi, & Valli. Thanks for a great weekend!
Sunday, July 24, 2016
Sour Girl - March, April and & May feelings
La decepción es peor que la tristeza.
La tristeza se supera, poco a poco. Es agria, aunque linda. Cuando te acaricia este sentimiento, hay que aprovecharlo. Aunque sea clichoso, de ahí nacen los mejores poemas, pinturas y reflexiones filosóficas... En fin, de la tristeza misma nace la esperanza, y luego la felicidad.
En cambio, la decepción corrompe el corazón de una forma distinta. La decepción se agarra de la culpa, la del Otro y la de sí mismo. Es amarga y tarda en curar. Es un sentimiento retroactivo. Regresa con la espada en mano. Hay que estar preparado para defenderse. Y, pobre del corazón cuando ataca la decepción, pues de ahí se sigue enfermando el resto del cuerpo hasta llegar al cerebro. La decepción es una mezcla de furia, arrepentimiento e impotencia. Es un mal que hace desaparecer la esperanza y, por ende, la felicidad.
Es por eso que los peores rompimientos no son los tristes, sino cuando una de las dos partes queda decepcionada.
Lo digo por experiencia. He tardado más en sanar las heridas de la decepción que las de la tristeza.
La decepción regresa repentinamente, se convida a sí misma y llega cuando le parece, o sea, en el momento menos apropiado...
La decepción me apagó por completo. En esto venía pensando hoy en la tarde, y lo vengo pensando desde hace algún tiempo, desde que terminé mi última relación.
Algo dentro de mí murió. Eso que llaman la esperanza ya no existe para mí.
Ahora solo veo un camino solitario y bello, porque estoy yo sola.
Parecería que todo esto es una queja, pero no lo es. Es más un reconocimiento. Y supongo que son los efectos de la soledad.
La tristeza se supera, poco a poco. Es agria, aunque linda. Cuando te acaricia este sentimiento, hay que aprovecharlo. Aunque sea clichoso, de ahí nacen los mejores poemas, pinturas y reflexiones filosóficas... En fin, de la tristeza misma nace la esperanza, y luego la felicidad.
En cambio, la decepción corrompe el corazón de una forma distinta. La decepción se agarra de la culpa, la del Otro y la de sí mismo. Es amarga y tarda en curar. Es un sentimiento retroactivo. Regresa con la espada en mano. Hay que estar preparado para defenderse. Y, pobre del corazón cuando ataca la decepción, pues de ahí se sigue enfermando el resto del cuerpo hasta llegar al cerebro. La decepción es una mezcla de furia, arrepentimiento e impotencia. Es un mal que hace desaparecer la esperanza y, por ende, la felicidad.
Es por eso que los peores rompimientos no son los tristes, sino cuando una de las dos partes queda decepcionada.
Lo digo por experiencia. He tardado más en sanar las heridas de la decepción que las de la tristeza.
La decepción regresa repentinamente, se convida a sí misma y llega cuando le parece, o sea, en el momento menos apropiado...
La decepción me apagó por completo. En esto venía pensando hoy en la tarde, y lo vengo pensando desde hace algún tiempo, desde que terminé mi última relación.
Algo dentro de mí murió. Eso que llaman la esperanza ya no existe para mí.
Ahora solo veo un camino solitario y bello, porque estoy yo sola.
Parecería que todo esto es una queja, pero no lo es. Es más un reconocimiento. Y supongo que son los efectos de la soledad.
Saturday, May 28, 2016
28 de marzo de 2015
The concept is absurd. The idea that we can only be complete with another person is evil! Right? - Before Sunset.
Admito que sigo arraigada a aquella noche. No sé si la he idealizado o no.
Es posible. Pero qué importa.
Lo que importa, lo que sí es cierto, es que aquel día renació el amor.
Era un amor distinto. Era el de mis sueños...
Y, aún cuando nos separa un abismo de situaciones, algo queda intacto y no desaparece. ¿La esperanza, la ilusión?
La esperanza.
La chica más triste en el supermercado
Hoy visité el nuevo supermercado de Monte Mall. Lo remodelaron y esta semana fue su gran apertura. Ahora creo que se llama Pueblo, The Village o algo así. Tú sabes, le añadieron un toquecito elite...
Como parte de la remodelación, hicieron el espacio más grande y ahora hay más variedad de productos. De hecho, ni siquiera fue que hicieron el espacio más grande, sino que cambiaron de local. Ahora queda en el segundo piso.
Y bueno, entré al súper. Había mucha gente aprovechando los grandes especiales de reapertura. Nunca me ha gustado estar alrededor de mucha gente; odio los bullicios, la muchedumdre...
Pero, yo tenía dos o tres cositas que comprar y, principalmente, quería complacer a mi mamá y comprarle 7 docenas de huevos que estaban nada más y nada menos que a $5. Comprar al por mayor o estilo cuponeras, me da vergüenza. Será por mi condición de soltera y sin familia... porque, ¿quién rayos necesita tantos huevos? Supongo que los reposteros; yo no, y a lo mejor ni siquiera ni una familia de 5.
Anyways, mi mamá cocina mucho para mis tíos y ella hace muchos bizcochos; así que supongo que era un gran especial para ella. Pero, como decía, comprar cosas al por mayor que yo no necesito me hace sentir bien self conscious, como si estuviera haciendo algo malo. Traté de avanzar lo más posible, pero imagínese, tuve que abrir cada cajita y verificar que todos los huevos estuvieran en perfecta condición. El tiempo se me hizo un poco eterno pero valió la pena porque mami está feliz. Y de esas esas docenas, me llevaré dos a mi apartamento. Esta semana definitivamente estaré haciendo recetas, muchas recetas que contengan huevo.
Pero, realmente, este no es el punto de mi historia...ni la reapertura, ni el especial, ni los huevos, ni siquiera comprar al por mayor...
El punto, es aún, un poco menos ridículo.
Cuando era pequeña, siempre iba al supermercado con mi mamá. Yo lo odiaba porque me tenía que levantar temprano para ir con ella. Al menos eso es lo que recuerdo. Y, aunque no tuviera que levantarme temprano, no me gustaba ir. No sé ni por qué. Quizá era la rutina, quizá era que me quería quedar en casa viendo muñequitos. O, ahora que lo pienso, quizá yo era demasiado pequeña para quedarme sola en la casa. Lo que sí recuerdo es siempre sentirme molesta por tener que ir...
Ya de adulta le he cogido un poco más el gusto, pero no es mi sitio favorito. Siempre que tengo que hacer compras, me regodeo un poco, busco excusas, y cuando entro al supermercado, quiero terminar lo más rápido posible.
Hace casi dos años, y por cosas irremediables del destino, tuve que regresar a casa de mi mamá. Como las costumbres no mueren, durante esos meses solí seguir yendo con ella a hacer compras, principalmente para ayudarla con mis tíos (ya que mami era y es quien se encarga de ellos).
Nostras íbamos a Sam's Club.
Fue, durante este periodo, que el odio se convirtió en nostalgia.
Ya no se trataba meramente de escoger alimentos, sino también de estudiar a la gente y sus comportamientos.
Estaban las madres acompañadas por su hija o hijas. Yo era parte de ese grupo. Estaban las parejas jóvenes, unos con cara de recién casados, llenos de esperanza y amor, y otros con cara de amargados. Estaban las familias completas, la mamá, el papá y sus dos, tres, cuatro o cinco hijos. Estaban las hermanas mayores, la mamá joven soltera con su bebé, estaban papá e hijo... En fin, todo el mundo acompañado. Hacer compras era una tarea familiar, de compartir, un ritual de domingo o de fin de semana.
Ver todos estos grupos de personas me hacía reflexionar sobre mi vida y me hacía sentir una especie de nostalgia por el futuro. En cierto sentido, me hacía sentir melancólica y me ponía a pensar en el momento en que yo me casaría o tendría hijos y cómo no querría que ellos odiaran hacer compra como yo; o como yo me molestaría si se pasaran correteando y gritando por cada góndola...
Hoy, de repente, me di cuenta que hace un tiempo dejé de sentir esa nostalgia; que desde hace algún tiempo voy al supermercado y ya no analizo el comportamiento de las familias... Ahora me enfoco en cuán incómoda me siento cuando hay mucha gente y en cómo, antes de entrar, simpre pienso "ay, espero no encontrarme a nadie". No, tampoco me gusta el small talk y, por lo tanto, siempre quiero salir lo más pronto posible.
Hoy, particularmente, entre medio de toda la gente regocijada, entre medio del revolú y el frenesí en Pueblo, me sentí como la chica más triste en el supermercado. Sentía que no podía esconderlo, mi rostro triste, mi desánimo. No estaba segura si la gente se daba cuenta o si quiera si le importaba... "Pobre muchacha", habrá pensado alguien que me haya notado. O, "nunca había visto a alguien tan triste haciendo compras", habrá pensado otro.
No sé qué cosa ocurrió diferente. Quizá es que desde hace tiempo dejé de pensar en mi futuro con alguna familia y empecé a aceptar la posibilidad de quedarme sola.
Quizá es que el supermercado para mí siempre será un espacio vacuo, aburrido, lleno de personas y emociones saltedas... Quizá es eso, que ya no me veo en ellas.
Quizá es que me hace pensar en mi propia soledad, y aunque no me importa quedarme sola, admito que me hace querer compartir con alguien haciendo compras; quizá, en mi subconsciente, quiero ser como los demás y estar acompañada. Y no hay nadie.
Como parte de la remodelación, hicieron el espacio más grande y ahora hay más variedad de productos. De hecho, ni siquiera fue que hicieron el espacio más grande, sino que cambiaron de local. Ahora queda en el segundo piso.
Y bueno, entré al súper. Había mucha gente aprovechando los grandes especiales de reapertura. Nunca me ha gustado estar alrededor de mucha gente; odio los bullicios, la muchedumdre...
Pero, yo tenía dos o tres cositas que comprar y, principalmente, quería complacer a mi mamá y comprarle 7 docenas de huevos que estaban nada más y nada menos que a $5. Comprar al por mayor o estilo cuponeras, me da vergüenza. Será por mi condición de soltera y sin familia... porque, ¿quién rayos necesita tantos huevos? Supongo que los reposteros; yo no, y a lo mejor ni siquiera ni una familia de 5.
Anyways, mi mamá cocina mucho para mis tíos y ella hace muchos bizcochos; así que supongo que era un gran especial para ella. Pero, como decía, comprar cosas al por mayor que yo no necesito me hace sentir bien self conscious, como si estuviera haciendo algo malo. Traté de avanzar lo más posible, pero imagínese, tuve que abrir cada cajita y verificar que todos los huevos estuvieran en perfecta condición. El tiempo se me hizo un poco eterno pero valió la pena porque mami está feliz. Y de esas esas docenas, me llevaré dos a mi apartamento. Esta semana definitivamente estaré haciendo recetas, muchas recetas que contengan huevo.
Pero, realmente, este no es el punto de mi historia...ni la reapertura, ni el especial, ni los huevos, ni siquiera comprar al por mayor...
El punto, es aún, un poco menos ridículo.
Cuando era pequeña, siempre iba al supermercado con mi mamá. Yo lo odiaba porque me tenía que levantar temprano para ir con ella. Al menos eso es lo que recuerdo. Y, aunque no tuviera que levantarme temprano, no me gustaba ir. No sé ni por qué. Quizá era la rutina, quizá era que me quería quedar en casa viendo muñequitos. O, ahora que lo pienso, quizá yo era demasiado pequeña para quedarme sola en la casa. Lo que sí recuerdo es siempre sentirme molesta por tener que ir...
Ya de adulta le he cogido un poco más el gusto, pero no es mi sitio favorito. Siempre que tengo que hacer compras, me regodeo un poco, busco excusas, y cuando entro al supermercado, quiero terminar lo más rápido posible.
Hace casi dos años, y por cosas irremediables del destino, tuve que regresar a casa de mi mamá. Como las costumbres no mueren, durante esos meses solí seguir yendo con ella a hacer compras, principalmente para ayudarla con mis tíos (ya que mami era y es quien se encarga de ellos).
Nostras íbamos a Sam's Club.
Fue, durante este periodo, que el odio se convirtió en nostalgia.
Ya no se trataba meramente de escoger alimentos, sino también de estudiar a la gente y sus comportamientos.
Estaban las madres acompañadas por su hija o hijas. Yo era parte de ese grupo. Estaban las parejas jóvenes, unos con cara de recién casados, llenos de esperanza y amor, y otros con cara de amargados. Estaban las familias completas, la mamá, el papá y sus dos, tres, cuatro o cinco hijos. Estaban las hermanas mayores, la mamá joven soltera con su bebé, estaban papá e hijo... En fin, todo el mundo acompañado. Hacer compras era una tarea familiar, de compartir, un ritual de domingo o de fin de semana.
Ver todos estos grupos de personas me hacía reflexionar sobre mi vida y me hacía sentir una especie de nostalgia por el futuro. En cierto sentido, me hacía sentir melancólica y me ponía a pensar en el momento en que yo me casaría o tendría hijos y cómo no querría que ellos odiaran hacer compra como yo; o como yo me molestaría si se pasaran correteando y gritando por cada góndola...
Hoy, de repente, me di cuenta que hace un tiempo dejé de sentir esa nostalgia; que desde hace algún tiempo voy al supermercado y ya no analizo el comportamiento de las familias... Ahora me enfoco en cuán incómoda me siento cuando hay mucha gente y en cómo, antes de entrar, simpre pienso "ay, espero no encontrarme a nadie". No, tampoco me gusta el small talk y, por lo tanto, siempre quiero salir lo más pronto posible.
Hoy, particularmente, entre medio de toda la gente regocijada, entre medio del revolú y el frenesí en Pueblo, me sentí como la chica más triste en el supermercado. Sentía que no podía esconderlo, mi rostro triste, mi desánimo. No estaba segura si la gente se daba cuenta o si quiera si le importaba... "Pobre muchacha", habrá pensado alguien que me haya notado. O, "nunca había visto a alguien tan triste haciendo compras", habrá pensado otro.
No sé qué cosa ocurrió diferente. Quizá es que desde hace tiempo dejé de pensar en mi futuro con alguna familia y empecé a aceptar la posibilidad de quedarme sola.
Quizá es que el supermercado para mí siempre será un espacio vacuo, aburrido, lleno de personas y emociones saltedas... Quizá es eso, que ya no me veo en ellas.
Quizá es que me hace pensar en mi propia soledad, y aunque no me importa quedarme sola, admito que me hace querer compartir con alguien haciendo compras; quizá, en mi subconsciente, quiero ser como los demás y estar acompañada. Y no hay nadie.
Sunday, March 27, 2016
Bonjour Mars, Bonjour Tristesse
It is such a secret place, the land of tears. -Antoine de Saint-Exupery
I.
Hola Tristeza.
Suspendida estás en mí.
Poco a poco subiendo de mis pies a mi nuca.
Te pido por favor no ahogues mi corazón.
Entra ya, pues, que eres justa y necesaria.
Háblale a mi corazón. Exprímelo un poco.
Dile que lo quieres. Dile que viniste a pasarle la mano.
Dile que no se ha equivocado. Dile que ese amor es real y que por eso duele.
...Ay Tristeza, si supieras que al final del día quien me arropa es la Esperanza.
Menos mal.
(Sábado, 19 de marzo de 2016).
II.
La tristeza llega como un golpe de agua.
Poco a poco, se va acumulando en mi pelo, en mi sien, en mi pecho, en mi nuca, en mi boca...
Y listo. Ahí está de repente mi corazón acongojado, inundado de preocupaciones y de penas antiguas y recientes.
Entonces, aprovecho para llorar por todo, por lo de ahora, lo de antes y por lo que vendrá.
Está bien, Tristeza. Comprendo que eres así conmigo.
Comprendo que de la misma forma que Cáncer y Capricornio se obedecen en distancias equidistantes y opuestas, así tú te mides con la Felicidad.
Sin una no existe la otra.
Es la ley de los opuestos-necesarios; el balance perfecto en la vida y el amor.
Y pues, esta noche me duermo así. Triste.
No importa, eso significa que ayer estuve feliz, que lo he estado antes y que lo más seguro lo estaré mañana.
Pero hoy, Tristeza, eres tú mi acompañante, mi maestra y mi consuelo.
Bienvenida seas, y gracias.
(Domingo, 27 de marzo de 2016)
Saturday, March 12, 2016
Oda a mi pelo
Sobre el suelo blanco, las suaves sábanas y almohadas, yace mi pelo. Pelo muerto. Retratado para siempre por mis ojos.
El muere por mí, mientras yo voy renaciendo y transformándome de oruga a mariposa.
Mi pelo negro que tanto amo. El me cubre, me deleita y me embellece.
Mi pelo vuelve loco a algunos hombres.
Por un tiempo pensé que era mi arma secreta; pero no lo es.
Mi arma secreta es otra, es saber que aún cortándolo no pierdo mi espíritu ni mi belleza ni mi fuerza ni mi poder.
Al contario.
Al cortarlo demuestro mi fortaleza, mi verdad y mi vida.
Soy transparente, igual que mi pelo.
Soy libre, igual que mi pelo.
Me gusta que nos podamos transformar y que mi rostro cuadrado se mute con nosotros.
La belleza es así de simple, así de clara.
El muere por mí, mientras yo voy renaciendo y transformándome de oruga a mariposa.
Mi pelo negro que tanto amo. El me cubre, me deleita y me embellece.
Mi pelo vuelve loco a algunos hombres.
Por un tiempo pensé que era mi arma secreta; pero no lo es.
Mi arma secreta es otra, es saber que aún cortándolo no pierdo mi espíritu ni mi belleza ni mi fuerza ni mi poder.
Al contario.
Al cortarlo demuestro mi fortaleza, mi verdad y mi vida.
Soy transparente, igual que mi pelo.
Soy libre, igual que mi pelo.
Me gusta que nos podamos transformar y que mi rostro cuadrado se mute con nosotros.
La belleza es así de simple, así de clara.
Tuesday, March 8, 2016
Saludo al Sol
Hoy tuve uno de esos momentos.
No suelo levantarme temprano. No soy "morning person". Nunca lo he sido.
Salí de mi casa a una cita médica. Eran las 6:00am. Estaba todo oscuro aún. Hacía viento y un poco de frío. Solo faltaba la lluvia. Comenzaba lo que prometía ser unos de esos días favoritos míos: los lluviosos, los que nos hacen acurrucarnos como gatitos.
Voy y regreso. Ya había amanecido. La luz del sol poco a poco comenzaba a calentar. Yo me decía "qué pena que no soy morning person porque esta luz es hermosa; es una pena pérdermela todos los días"... Pero al mismo tiempo reflexionaba que era bueno no serlo porque así sabía admirarla y valorarla más...como en ese momento.
Subo las escaleras hacia mi apartamento. La luz iba alzándose suavemente, casi con un sonido angelical. Me sentía feliz de que estuviéramos contectados, el Sol y yo.
Entro a mi hogar. Hago café y decido tomármelo con unas galletas export sodas y mantequilla, recordando a mi abuela y mi infancia. Me siento en el comedor.
Justo al frente, un poco hacia la izquiera, hay una ventana que da para el Este. El sol seguía subiendo al cielo. Y me iluminaba. Nos saludábamos como si fuéramos viejos amigos que no nos vemos en mucho tiempo. Su leve calor me hacía sentir viva, alegre, segura, protegida.
Yo tomaba mi desayuno en paz y sonreía a medias, como una luna creciente.
*
Gracias por ese instante de pura felicidad, Sol.
Gracias por dejarme saber que todo va a estar bien y que seguiremos siendo amigos.
No suelo levantarme temprano. No soy "morning person". Nunca lo he sido.
Salí de mi casa a una cita médica. Eran las 6:00am. Estaba todo oscuro aún. Hacía viento y un poco de frío. Solo faltaba la lluvia. Comenzaba lo que prometía ser unos de esos días favoritos míos: los lluviosos, los que nos hacen acurrucarnos como gatitos.
Voy y regreso. Ya había amanecido. La luz del sol poco a poco comenzaba a calentar. Yo me decía "qué pena que no soy morning person porque esta luz es hermosa; es una pena pérdermela todos los días"... Pero al mismo tiempo reflexionaba que era bueno no serlo porque así sabía admirarla y valorarla más...como en ese momento.
Subo las escaleras hacia mi apartamento. La luz iba alzándose suavemente, casi con un sonido angelical. Me sentía feliz de que estuviéramos contectados, el Sol y yo.
Entro a mi hogar. Hago café y decido tomármelo con unas galletas export sodas y mantequilla, recordando a mi abuela y mi infancia. Me siento en el comedor.
Justo al frente, un poco hacia la izquiera, hay una ventana que da para el Este. El sol seguía subiendo al cielo. Y me iluminaba. Nos saludábamos como si fuéramos viejos amigos que no nos vemos en mucho tiempo. Su leve calor me hacía sentir viva, alegre, segura, protegida.
Yo tomaba mi desayuno en paz y sonreía a medias, como una luna creciente.
*
Gracias por ese instante de pura felicidad, Sol.
Gracias por dejarme saber que todo va a estar bien y que seguiremos siendo amigos.
Thursday, January 28, 2016
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